Bernardo Velázquez
Presidente de UNESID

CARTA DE BIENVENIDA

Desde hace 50 años, UNESID acompaña a la industria siderúrgica contribuyendo a su desarrollo. Nuestra industria y la sociedad española han vivido en este tiempo profundos cambios. El acero y sus industrias han jugado un papel relevante en la metamorfosis del país, que es hoy una gran economía plenamente integrada en las instituciones internacionales y con un futuro prometedor.

El acero está en los orígenes de ese gran cambio y UNESID ha estado a su lado colaborando con la siderurgia en un proceso de evolución continua. La contribución ha sido decisiva en muchos aspectos, adaptándose a los tiempos y a las necesidades de las empresas y de la sociedad.

Juntos, y con la fuerza del acero, hemos representado los intereses del sector ante las administraciones y los sectores de consumo, ampliando progresivamente nuestro radio de acción hacia las instituciones europeas e internacionales y colaborando con organizaciones similares de otros países. Hoy UNESID es una de las asociaciones más respetadas en la siderurgia mundial y su voz es escuchada cuando se trata de comercio internacional, medio ambiente, seguridad, energía, economía circular y sostenibilidad, porque estamos a la cabeza de todos estos temas.

La siderurgia española es un modelo de competitividad, eficiencia, flexibilidad e internacionalización. Contamos con empresas modernas, dotadas de la más alta tecnología que invierten y apuestan por el país y que cuentan con una mano de obra muy cualificada. Seguimos generando empleo –con un efecto multiplicador- y riqueza, y seguimos contribuyendo a construir un mundo mejor.

La siderurgia española es hoy un actor moderno en un comercio globalizado y que debe competir dentro y fuera de España con productos de acero procedentes de todo el mundo, de países emergentes y, especialmente, de China en los últimos años.

Como parte de Europa, debemos afianzar nuestro modelo de sociedad y apostar fuertemente por la sostenibilidad y por la economía circular, por tener en cuenta el ciclo de vida de los productos, el reciclaje y la reutilización de todos los subproductos que se generan en el proceso de fabricación.

Estamos muy orgullosos de la contribución del sector siderúrgico al bienestar del país y confiamos en la fuerza del acero para seguir alcanzando nuevos retos.
Agradezco a cuantos integran o han integrado UNESID, a las empresas asociadas, colaboradores, administraciones y organizaciones sindicales y empresariales, su continuo apoyo y el entusiasmo demostrado hacia nuestro sector, que tanto nos anima a seguir trabajando.

Con objetivos comunes y aunando esfuerzos seguiremos avanzando y aportando valor a nuestras empresas y a la sociedad. Y seguiremos trabajando para mejorar la calidad de vida y la creación de riqueza en nuestro país.

Bernardo Velázquez

Bernardo Velázquez

Presidente de UNESID

CARTA DE BIENVENIDA

Desde hace 50 años, UNESID acompaña a la industria siderúrgica contribuyendo a su desarrollo. Nuestra industria y la sociedad española han vivido en este tiempo profundos cambios. El acero y sus industrias han jugado un papel relevante en la metamorfosis del país, que es hoy una gran economía plenamente integrada en las instituciones internacionales y con un futuro prometedor.

El acero está en los orígenes de ese gran cambio y UNESID ha estado a su lado colaborando con la siderurgia en un proceso de evolución continua. La contribución ha sido decisiva en muchos aspectos, adaptándose a los tiempos y a las necesidades de las empresas y de la sociedad.

Juntos, y con la fuerza del acero, hemos representado los intereses del sector ante las administraciones y los sectores de consumo, ampliando progresivamente nuestro radio de acción hacia las instituciones europeas e internacionales y colaborando con organizaciones similares de otros países. Hoy UNESID es una de las asociaciones más respetadas en la siderurgia mundial y su voz es escuchada cuando se trata de comercio internacional, medio ambiente, seguridad, energía, economía circular y sostenibilidad, porque estamos a la cabeza de todos estos temas.

La siderurgia española es un modelo de competitividad, eficiencia, flexibilidad e internacionalización. Contamos con empresas modernas, dotadas de la más alta tecnología que invierten y apuestan por el país y que cuentan con una mano de obra muy cualificada. Seguimos generando empleo –con un efecto multiplicador- y riqueza, y seguimos contribuyendo a construir un mundo mejor.

La siderurgia española es hoy un actor moderno en un comercio globalizado y que debe competir dentro y fuera de España con productos de acero procedentes de todo el mundo, de países emergentes y, especialmente, de China en los últimos años.

Como parte de Europa, debemos afianzar nuestro modelo de sociedad y apostar fuertemente por la sostenibilidad y por la economía circular, por tener en cuenta el ciclo de vida de los productos, el reciclaje y la reutilización de todos los subproductos que se generan en el proceso de fabricación.

Estamos muy orgullosos de la contribución del sector siderúrgico al bienestar del país y confiamos en la fuerza del acero para seguir alcanzando nuevos retos.
Agradezco a cuantos integran o han integrado UNESID, a las empresas asociadas, colaboradores, administraciones y organizaciones sindicales y empresariales, su continuo apoyo y el entusiasmo demostrado hacia nuestro sector, que tanto nos anima a seguir trabajando.

Con objetivos comunes y aunando esfuerzos seguiremos avanzando y aportando valor a nuestras empresas y a la sociedad. Y seguiremos trabajando para mejorar la calidad de vida y la creación de riqueza en nuestro país.

Bernardo Velázquez

Hace 50 años, la sociedad española comenzó a construir un mundo nuevo
El acero ha jugado un papel primordial en este gran cambio hacia la modernidad

decada-68-77

De Franco a la Democracia

UNESID se constituyó en 1968 con un mandato doble, por un lado representa los intereses de la industria y, por otro, contribuir a las negociaciones con la Comunidad Económica Europea para alcanzar un acuerdo preferencial.

La década inicial se caracterizó en la economía y la sociedad españolas por la transición de un régimen dictatorial a la democracia, con el inconveniente añadido de la primera crisis del petróleo. Esta crisis tuvo un impacto muy negativo en la economía mundial y, por supuesto, también en la española a pesar de que el gobierno aplazó las medidas imprescindibles ante la decadencia política del régimen.

El desarrollo de los hornos eléctricos de arco se extendió a España y se pusieron en marcha nuevas plantas siderúrgicas. La planta de siderurgia integral de UNINSA construida al final de la década de los 60, no pudo superar la crisis del petróleo y fue nacionalizada, integrándose en ENSIDESA. A comienzos de la década se puso en marcha un proyecto, que no llegó a cuajar, para construir una nueva planta siderúrgica integral en Sagunto.

Durante estos años arrancaron también las primeras centrales nucleares en España, y el proceso de automatización comenzó en todo el mundo, hecho que se extendió también a nuestro país.

La industria estaba muy intervenida por el gobierno que fijaba las tarifas oficiales de venta, sometía a autorización previa la instalación de nuevas capacidades y mantenía una fuerte protección arancelaria, así como un esquema importante de ayudas a la exportación de productos siderúrgicos.

La producción de acero evolucionó desde los 5 millones de toneladas en 1968, hasta los más de 11 millones en 1977, lo que significó un aumento del 120% en una sola década, ya que el consumo aparente creció la nada despreciable cifra del 43% en la década, en la que la industria también se volcó en la exportación.

Italian Trulli

La incorporación a las Comunidades Europeas

Con la llegada de la democracia, España se convirtió en candidata para su incorporación a las Comunidades Europas, comenzando un proceso de ajuste para preparar su economía de cara a la adhesión, que se culminaría en 1986, si bien se acordó un periodo transitorio de cinco años para permitir la adaptación de la industria española al nuevo marco regulatorio europeo.

Este proceso supuso una importante reconversión de la siderurgia integral, con el cierre de la cabecera de Sagunto. A pesar de ello, la implantación de las acerías eléctricas y la generalización de la colada continua impulsaron la producción de acero que aumentó el  4% en el conjunto de la década, hasta situarse en 11,8 millones de toneladas mientras que el consumo de acero, al socaire del desarrollo de la industria del automóvil, creció el 31%.

La siderurgia española aprovechó las nuevas tecnologías de producción (colada continua) que permitieron el desarrollo de nuevos tipos de aceros con mejores prestaciones y un peso más reducido.

Como consecuencia de la adhesión española a las Comunidades Europeas, se eliminaron las subvenciones directas a la exportación, lo que obligó a las empresas a adaptar sus programas de producción, en un entorno económico muy complicado, con tipos de interés muy elevados y un horizonte de desarme arancelario.

En el ámbito asociativo se produjo la separación de los fabricantes de productos largos de acero común, que crearon una asociación propia y distinta de UNESID (que perduraría hasta 1998), lo que aumentó los problemas de representatividad del sector ante las administraciones públicas, disminuyendo la capacidad de interlocución.

La incorporación de España a las Comunidades Europeas llevó aparejada la integración de UNESID en Eurofer, la asociación europea del acero, representando los intereses colectivos de la siderurgia española.

[En el campo internacional hay que destacar el desmoronamiento de Yugoslavia y el proceso de independencia de los países de la Europa del Este de la URSS.

Italian Trulli

Reconversión industrial

En 1988 el sector del acero, como gran parte de nuestra industria, estaba inmerso en una reconversión para adecuarse a la normativa de las Comunidades Europeas y al Tratado CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero). Exceso de capacidad instalada, sobredimensionamiento de plantillas, elevado endeudamiento y dependencia estatal eran sus características. La normativa europea prohibía las subvenciones y el acuerdo de adhesión establecía un período transitorio para recibir fondos estatales y, en contrapartida, el sector reduciría su capacidad de producción.

La Gerencia Siderúrgica, adscrita al Ministerio de Industria, se encargó de reestructurar el sector para que España contara con empresas viables, capaces de competir con garantías en un mercado europeo -y mundial-, cada vez más globalizado. La entrada en la CEE se aprovechaba así para efectuar una profunda reconversión de la siderurgia, que se abordó subdividiéndola en tres subsectores: productos largos de acero común, siderurgia integral y aceros especiales, con un plan para cada uno.

Para el subsector de productos largos de acero común, fundamentalmente de capital privado, se elaboró un plan de reducción de capacidad productiva y de número de trabajadores para aumentar la productividad; se sanearon balances para asegurar la viabilidad financiera y se integraron factorías en grupos capaces de competir sin ayudas, implementando planes de inversión para la innovación productiva.

En el subsector integral convivían dos grandes empresas dependientes del sector público que fabricaban productos planos de acero común. Su reconversión arrancó con un plan de inversiones para aprovechar las sinergias entre ambas, modernizando instalaciones y reduciendo operarios. Ambas empresas se unieron en un solo grupo rentable y competitivo.

En el subsector de aceros especiales, la reconversión se centró en la consolidación de dos empresas de productos largos con capital estatal. En este subsector operaba también una gran empresa de productos planos saneada financieramente y técnicamente viable, que competía ya en mercados mundiales y que no requería ser incluida en la reconversión.

En la década de los noventa se abordó la privatización de los grupos públicos, desligándolos del amparo estatal, como exigían las normas europeas de competencia, para garantizar su viabilidad con la introducción de nuevas tecnologías, reducción de costes, diseño de nuevos productos, etc.

En esta década, el sector -totalmente privado- se internacionalizaba en respuesta a la globalización. El mercado del acero no era ya ni local ni europeo: era mundial y requería grandes grupos multinacionales. La siderurgia integral y la principal empresa de productos largos de aceros especiales se integraron en holdings multinacionales, y la empresa de productos planos de aceros especiales y varias de productos largos crearon sus propias filiales en el extranjero. En 1997, España contaba ya con una industria siderúrgica moderna, ajustada y competitiva.

Italian Trulli

Auge económico e internacionalización

En los diez años que transcurrieron entre 1998 y 2008 España vivió una fase de auge económico marcada por los profundos cambios necesarios para adoptar el euro. A raíz del Tratado de Maastricht, en 1991 se definieron cinco criterios de convergencia: estabilidad en precios comparada con los mejores países, límites al déficit (3% del PIB) y a la deuda (60% del PIB) públicos, tipos de interés a largo plazo y estabilidad del tipo de cambio. España consiguió en 1998 dejar su déficit en el 2,9% del PIB y la deuda pública en el 58% al concluir el año 2000.

Nuestro país, tradicionalmente abonado a la inflación y a los desequilibrios fiscales, fue capaz de cumplir con estos criterios y entrar en el euro con los países fundadores, lo que generó un clima de confianza nacional e internacional, que facilitó el desarrollo de un proceso inversor muy intenso.

Esta situación influyó fuertemente en el sector siderúrgico, tanto por el lado de la demanda como por el de la estructura productiva.

En cuanto al mercado, la inversión en construcción supuso un 14,1% del PIB en 1998 y creció hasta el 21,5% en 2006. Finalizó el periodo en el 19,5%, cifra inferior a la máxima pero aun considerable. También en 2004, se alcanzó un máximo de producción de automóviles turismos. Con todo ello, se llegó a un consumo de acero superior a los 23 millones de toneladas tanto en 2006 como en 2007. La producción, sin embargo, llegó casi a 19 millones de toneladas en 2007. Por tanto, en los años de auge, España fue un país netamente importador de acero.

En cuanto a la estructura empresarial de la industria siderúrgica española, en este periodo se produjo una importante actividad de fusiones e inversión. En 2001, se alcanza el acuerdo de fusionar las empresas públicas fabricantes de acero de España, Francia y Luxemburgo, el conglomerado resultante daría lugar en 2006 a ArcelorMittal. En el camino tuvo que vender plantas para cumplir con las directrices de la Comisión Europea y se produjeron cambios e inversiones en otros grupos.

Italian Trulli

Crisis y adaptación

La última década ha estado marcada por la Gran Recesión que, en el mundo occidental, se puede comparar en muchos aspectos con la depresión de 1929. En España ha tenido sus características propias, puesto que llegamos a 2008 con una burbuja en la construcción que provocó graves pérdidas al sistema financiero, colapsó la concesión de créditos e hizo desaparecer a las entidades que habían actuado más imprudentemente, especialmente Cajas de Ahorro.

Las acciones de estímulo iniciales no sirvieron para evitar que el PIB cayera un 9% entre 2008 y 2013. La construcción de viviendas cayó un 95%, pero también la producción industrial lo hizo un 29%.

Esta situación económica negativa se trasladó inmediatamente al sector siderúrgico. Desde 2007 a 2012, en España se perdió más de la mitad del consumo de acero. En algunos productos, como el corrugado, el mercado prácticamente desapareció, cayendo casi un 90%.

Llegar a un nivel tan bajo ha marcado la situación en todo el periodo. Sin embargo desde 2012 el consumo se ha ido recuperando y en los últimos años ha crecido el 30% llegando a 13,6 millones de toneladas en 2017 y con perspectivas de concluir 2018 también con una cifra positiva.

Los fabricantes del sector tuvieron por tanto que adaptarse a una situación muy distinta, buscando, en primer lugar, nuevos mercados y aumentando las exportaciones, que se han mantenido muy altas durante todo el periodo, con una media de 9,6 millones de toneladas y un máximo de 10,2 millones en 2011. Se consiguió con ello que la producción descendiera en menor proporción que el consumo, un 27% desde 18,6 millones de toneladas en 2018 a 13,6 millones en 2012. Aun así fue necesario cerrar algunas instalaciones de productos largos y adaptar las capacidades de las demás, siempre intentando que ese ajuste se realizara de la manera menos traumática posible.

Recientemente, la mejor situación ha atraído nuevas inversiones -especialmente en el sector de productos planos- que se han distribuido tanto en mejoras de instalaciones existentes, como en reapertura de fábricas cerradas e incluso nuevos proyectos.

Hace 50 años, la sociedad española comenzó a construir un mundo nuevo
El acero ha jugado un papel primordial en este gran cambio hacia la modernidad

1968-1977

De Franco a la Democracia

UNESID se constituyó en 1968 con un mandato doble, por un lado representa los intereses de la industria y, por otro, contribuir a las negociaciones con la Comunidad Económica Europea para alcanzar un acuerdo preferencial.

La década inicial se caracterizó en la economía y la sociedad españolas por la transición de un régimen dictatorial a la democracia, con el inconveniente añadido de la primera crisis del petróleo. Esta crisis tuvo un impacto muy negativo en la economía mundial y, por supuesto, también en la española a pesar de que el gobierno aplazó las medidas imprescindibles ante la decadencia política del régimen.

El desarrollo de los hornos eléctricos de arco se extendió a España y se pusieron en marcha nuevas plantas siderúrgicas. La planta de siderurgia integral de UNINSA construida al final de la década de los 60, no pudo superar la crisis del petróleo y fue nacionalizada, integrándose en ENSIDESA. A comienzos de la década se puso en marcha un proyecto, que no llegó a cuajar, para construir una nueva planta siderúrgica integral en Sagunto.

Durante estos años arrancaron también las primeras centrales nucleares en España, y el proceso de automatización comenzó en todo el mundo, hecho que se extendió también a nuestro país.

La industria estaba muy intervenida por el gobierno que fijaba las tarifas oficiales de venta, sometía a autorización previa la instalación de nuevas capacidades y mantenía una fuerte protección arancelaria, así como un esquema importante de ayudas a la exportación de productos siderúrgicos.

La producción de acero evolucionó desde los 5 millones de toneladas en 1968, hasta los más de 11 millones en 1977, lo que significó un aumento del 120% en una sola década, ya que el consumo aparente creció la nada despreciable cifra del 43% en la década, en la que la industria también se volcó en la exportación.

1978-1987

La incorporación a los mercados europeos

Con la llegada de la democracia, España se convirtió en candidata para su incorporación a las Comunidades Europas, comenzando un proceso de ajuste para preparar su economía de cara a la adhesión, que se culminaría en 1986, si bien se acordó un periodo transitorio de cinco años para permitir la adaptación de la industria española al nuevo marco regulatorio europeo.

Este proceso supuso una importante reconversión de la siderurgia integral, con el cierre de la cabecera de Sagunto. A pesar de ello, la implantación de las acerías eléctricas y la generalización de la colada continua impulsaron la producción de acero que aumentó el  4% en el conjunto de la década, hasta situarse en 11,8 millones de toneladas mientras que el consumo de acero, al socaire del desarrollo de la industria del automóvil, creció el 31%.

La siderurgia española aprovechó las nuevas tecnologías de producción (colada continua) que permitieron el desarrollo de nuevos tipos de aceros con mejores prestaciones y un peso más reducido.

Como consecuencia de la adhesión española a las Comunidades Europeas, se eliminaron las subvenciones directas a la exportación, lo que obligó a las empresas a adaptar sus programas de producción, en un entorno económico muy complicado, con tipos de interés muy elevados y un horizonte de desarme arancelario.

En el ámbito asociativo se produjo la separación de los fabricantes de productos largos de acero común, que crearon una asociación propia y distinta de UNESID (que perduraría hasta 1998), lo que aumentó los problemas de representatividad del sector ante las administraciones públicas, disminuyendo la capacidad de interlocución.

La incorporación de España a las Comunidades Europeas llevó aparejada la integración de UNESID en Eurofer, la asociación europea del acero, representando los intereses colectivos de la siderurgia española.

[En el campo internacional hay que destacar el desmoronamiento de Yugoslavia y el proceso de independencia de los países de la Europa del Este de la URSS.

1988-1997

Reconversión industrial

En 1988 el sector del acero, como gran parte de nuestra industria, estaba inmerso en una reconversión para adecuarse a la normativa de las Comunidades Europeas y al Tratado CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero). Exceso de capacidad instalada, sobredimensionamiento de plantillas, elevado endeudamiento y dependencia estatal eran sus características. La normativa europea prohibía las subvenciones y el acuerdo de adhesión establecía un período transitorio para recibir fondos estatales y, en contrapartida, el sector reduciría su capacidad de producción.

La Gerencia Siderúrgica, adscrita al Ministerio de Industria, se encargó de reestructurar el sector para que España contara con empresas viables, capaces de competir con garantías en un mercado europeo -y mundial-, cada vez más globalizado. La entrada en la CEE se aprovechaba así para efectuar una profunda reconversión de la siderurgia, que se abordó subdividiéndola en tres subsectores: productos largos de acero común, siderurgia integral y aceros especiales, con un plan para cada uno.

Para el subsector de productos largos de acero común, fundamentalmente de capital privado, se elaboró un plan de reducción de capacidad productiva y de número de trabajadores para aumentar la productividad; se sanearon balances para asegurar la viabilidad financiera y se integraron factorías en grupos capaces de competir sin ayudas, implementando planes de inversión para la innovación productiva.

En el subsector integral convivían dos grandes empresas dependientes del sector público que fabricaban productos planos de acero común. Su reconversión arrancó con un plan de inversiones para aprovechar las sinergias entre ambas, modernizando instalaciones y reduciendo operarios. Ambas empresas se unieron en un solo grupo rentable y competitivo.

En el subsector de aceros especiales, la reconversión se centró en la consolidación de dos empresas de productos largos con capital estatal. En este subsector operaba también una gran empresa de productos planos saneada financieramente y técnicamente viable, que competía ya en mercados mundiales y que no requería ser incluida en la reconversión.

En la década de los noventa se abordó la privatización de los grupos públicos, desligándolos del amparo estatal, como exigían las normas europeas de competencia, para garantizar su viabilidad con la introducción de nuevas tecnologías, reducción de costes, diseño de nuevos productos, etc.

En esta década, el sector -totalmente privado- se internacionalizaba en respuesta a la globalización. El mercado del acero no era ya ni local ni europeo: era mundial y requería grandes grupos multinacionales. La siderurgia integral y la principal empresa de productos largos de aceros especiales se integraron en holdings multinacionales, y la empresa de productos planos de aceros especiales y varias de productos largos crearon sus propias filiales en el extranjero. En 1997, España contaba ya con una industria siderúrgica moderna, ajustada y competitiva.

1998-2007

Auge económico e internacionalización

En los diez años que transcurrieron entre 1998 y 2008 España vivió una fase de auge económico marcada por los profundos cambios necesarios para adoptar el euro. A raíz del Tratado de Maastricht, en 1991 se definieron cinco criterios de convergencia: estabilidad en precios comparada con los mejores países, límites al déficit (3% del PIB) y a la deuda (60% del PIB) públicos, tipos de interés a largo plazo y estabilidad del tipo de cambio. España consiguió en 1998 dejar su déficit en el 2,9% del PIB y la deuda pública en el 58% al concluir el año 2000.

Nuestro país, tradicionalmente abonado a la inflación y a los desequilibrios fiscales, fue capaz de cumplir con estos criterios y entrar en el euro con los países fundadores, lo que generó un clima de confianza nacional e internacional, que facilitó el desarrollo de un proceso inversor muy intenso.

Esta situación influyó fuertemente en el sector siderúrgico, tanto por el lado de la demanda como por el de la estructura productiva.

En cuanto al mercado, la inversión en construcción supuso un 14,1% del PIB en 1998 y creció hasta el 21,5% en 2006. Finalizó el periodo en el 19,5%, cifra inferior a la máxima pero aun considerable. También en 2004, se alcanzó un máximo de producción de automóviles turismos. Con todo ello, se llegó a un consumo de acero superior a los 23 millones de toneladas tanto en 2006 como en 2007. La producción, sin embargo, llegó casi a 19 millones de toneladas en 2007. Por tanto, en los años de auge, España fue un país netamente importador de acero.

En cuanto a la estructura empresarial de la industria siderúrgica española, en este periodo se produjo una importante actividad de fusiones e inversión. En 2001, se alcanza el acuerdo de fusionar las empresas públicas fabricantes de acero de España, Francia y Luxemburgo, el conglomerado resultante daría lugar en 2006 a ArcelorMittal. En el camino tuvo que vender plantas para cumplir con las directrices de la Comisión Europea y se produjeron cambios e inversiones en otros grupos.

2008-2018

Crisis y adaptación

La última década ha estado marcada por la Gran Recesión que, en el mundo occidental, se puede comparar en muchos aspectos con la depresión de 1929. En España ha tenido sus características propias, puesto que llegamos a 2008 con una burbuja en la construcción que provocó graves pérdidas al sistema financiero, colapsó la concesión de créditos e hizo desaparecer a las entidades que habían actuado más imprudentemente, especialmente Cajas de Ahorro.

Las acciones de estímulo iniciales no sirvieron para evitar que el PIB cayera un 9% entre 2008 y 2013. La construcción de viviendas cayó un 95%, pero también la producción industrial lo hizo un 29%.

Esta situación económica negativa se trasladó inmediatamente al sector siderúrgico. Desde 2007 a 2012, en España se perdió más de la mitad del consumo de acero. En algunos productos, como el corrugado, el mercado prácticamente desapareció, cayendo casi un 90%.

Llegar a un nivel tan bajo ha marcado la situación en todo el periodo. Sin embargo desde 2012 el consumo se ha ido recuperando y en los últimos años ha crecido el 30% llegando a 13,6 millones de toneladas en 2017 y con perspectivas de concluir 2018 también con una cifra positiva.

Los fabricantes del sector tuvieron por tanto que adaptarse a una situación muy distinta, buscando, en primer lugar, nuevos mercados y aumentando las exportaciones, que se han mantenido muy altas durante todo el periodo, con una media de 9,6 millones de toneladas y un máximo de 10,2 millones en 2011. Se consiguió con ello que la producción descendiera en menor proporción que el consumo, un 27% desde 18,6 millones de toneladas en 2018 a 13,6 millones en 2012. Aun así fue necesario cerrar algunas instalaciones de productos largos y adaptar las capacidades de las demás, siempre intentando que ese ajuste se realizara de la manera menos traumática posible.

Recientemente, la mejor situación ha atraído nuevas inversiones -especialmente en el sector de productos planos- que se han distribuido tanto en mejoras de instalaciones existentes, como en reapertura de fábricas cerradas e incluso nuevos proyectos.

españa y el sector
de los años 60 a la actualidad

Producción de acero en España por décadas

En millones de toneladas

Consumo de acero por habitante

Cifras promedio de cada periodo

Reciclaje de chatarra en España

Consumo total y per cápita

Fuente: UNESID (España)

Instalaciones siderúrgicas en España

Acero y medio ambiente

En los últimos 50 años, el consumo energético ha
descendido un un 60%.

En los últimos 50 años, el consumo de agua y vertidos ha descendido un 95%.

En los últimos 50 años, el reciclado y el aprovechamiento de los residuos y subproductos ha crecido más de un 80%.

Cualidades del acero y evolución de las prestaciones

Espesor

El espesor del acero para fabricar latas de bebida ha pasado de 0.33 a 0.23mm, lo que hace que al final se produzcan latas cuyo espesor no exceda los 0.07mm.

Mayor ligereza

Si se construyeran hoy réplicas de la Torre Eiffel (París) o el puente María Pía (Oporto) utilizando los nuevos aceros sería 3 o 4 veces más ligeros.

reducción en el peso

Se ha conseguido una reducción en el peso de los vehículos entre un 25% y un 39%.

El acero: un material «a la carta»

En el último siglo, mas de 3.000 nuevos tipos de acero dan respuesta a los restos de una sociedad cada vez más compleja y exigente

Aceros de alta resistencia para
motores y aerogeneradores.

Aceros para material quirúrgico de
alta precisión y seguridad.

Aceros muy moldeables para piezas
geométricas complicadas.

españa y el sector
de los años 60 a la actualidad

Producción de acero en España por décadas

En millones de toneladas

Consumo de acero por habitante

Cifras promedio de cada periodo

Reciclaje de chatarra en España

Consumo total y per cápita

Fuente: UNESID (España)

Instalaciones siderúrgicas en España

Acero y medio ambiente

En los últimos 50 años, el consumo energético ha
descendido un un 60%.

En los últimos 50 años, el consumo de agua y vertidos ha descendido un 95%.

En los últimos 50 años, el reciclado y el aprovechamiento de los residuos y subproductos ha crecido más de un 80%.

Cualidades del acero y evolución de las prestaciones

Espesor

El espesor del acero para fabricar latas de bebida ha pasado de 0.33 a 0.23mm, lo que hace que al final se produzcan latas cuyo espesor no exceda los 0.07mm.

Mayor ligereza

Si se construyeran hoy réplicas de la Torre Eiffel (París) o el puente María Pía (Oporto) utilizando los nuevos aceros sería 3 o 4 veces más ligeros.

reducción en el peso

Se ha conseguido una reducción en el peso de los vehículos entre un 25% y un 39%.

Acero y ciudades

El actual skyline de nuestras ciudades
le debe mucho al acero

El acero: un material «a la carta»

En el último siglo, mas de 3.000 nuevos tipos de acero dan respuesta a los restos de una sociedad cada vez más compleja y exigente

Aceros de alta resistencia para
motores y aerogeneradores.

Aceros para material quirúrgico de
alta precisión y seguridad.

Aceros muy moldeables para piezas
geométricas complicadas.

Concurso de fotografía UNESID

Con motivo del 50 Aniversario de UNESID, se ha celebrado un concurso de fotografía con el acero como máximo protagonista.

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